Solo una protesta contra el alba: anúdame la sed sin zapatos y encadéname al hombre y la mujer con lazos tibios, para correr hacinados llenos de polvo y júbilo, uno, y otro, y otros muchos, pequeños con el diapasón en llamas, remo a remo, viejas de barro hirviendo sacadas a la mar, y unos pocos muchachos empapelados en hojas de lechuga, y otros tantos…
Ni un paso pasa sin el otro
Átame las manos con tus manos, y caminemos húmedamente hacia la tierra, a galope tierno,